Vida Bohemia

Rafael Barret se queda sin padres en el año 1901.  Por entonces es ya un hombre muy culto: matemático, músico, políglota... Vuelve a Madrid, pero no trabaja sino que estudia. No le hace falta trabajar porque sus padres le han dejado una buena herencia. Es entonces cuando empieza su verdadera vida bohemia, todo el dinero que le habían dejado sus padres se lo gasta a gran velocidad.

Sobre esta vida de "dandy" y de derrochador de la herencia de sus padres Ramiro de Maeztu escribió un carta en la que describía a Barrett como el le veía:

Debió haberse traído de la provincia algunos miles de duros, porque vivió una temporada la vida del joven aristócrata, más dado a la ostentación y a la buena compañía que al mundo del placer. Se le veía en el Real y en la Filarmónica, pero no en el Fornos ni en el Japonés. Vestía con refinamiento, y las mujeres le admiraban a distancia. Presumo que de haber caído en París o en Londres se habría casado con una millonaria, que lo habría comprado en matrimonio, como se adquiere un palacete de verano; pero las ricas españolas no suelen adquirir marido sin consejo de gente que no habría sentido simpatía hacia las aficiones artísticas de nuestro "dandy".

(Ramiro de Maeztu El Sol  8 de diciembre de 1925)

Era un hombre muy aficionado a los cafés madrileños y a lo que todo ello rodeaba, las tertulias con sus amigos y algún que otro duelo con algún hombre 

Primera imagen. Barrett esgrima


Rafael Barrett a la edad de 18 años

Rafel Barrett era un "dandy" al que le preocupaba su aspecto físico hasta tal extremo que llegó a decir: -“Yo era un majadero [...] me imponía por mi elegancia”. (id, p.22)


Rafael era un hombre libre, soñador y muy elegante, era un hombre que enamoraba incluso el dijo una vez "El amor era lo único que había en el Universo; el porvenir, un horizonte bañado de aurora" .


Rafael Barrett se enfrento a muchos duelos, uno de ellos fué el de 1902, que posteriormente se explico en una carta publicada por el mismo llamada "Yo y un Tribunal de Honor" 

Segunda imagen. Café de Madrid

Los cafés eran el espejo donde se miraba la sociedad española. Respondían los cafés a la escala de los ciudadanos y eran, pues como sus vestiduras. El café conciliaba diversión y Universidad, y otras muchísimas cosas.

En los cafés los pintores, periodistas y sobre todo escritores de esta época se reunían para debatir de todo tipos de temas como el arte, literatura, política, según le conviniese al público que acudía a las tertulias. Estas no eran fijas. Eran tertulias desenfadadas, 

 Eran tertulias desenfadadas, donde no había establecido un día para acudir ni un tema sobre el que hablar, todo era espontáneo, eran menos ritualizados que en las generaciones posteriores, eran más cotidianas, más del presente, del día a día. En palabras de algún bohemio se atacaba la vida frívola y estúpida de la sociedad española.

En estas tertulias eran muy habituales personajes como por ejemplo Rafael Barrett, Pio Baroja, 

 Antonio y Manuel Machado, Rafael Urbano, 

Ramiro de Maeztu, Unamuno, Manuel Bueno y Valle-Inclán

Las generación del 98, del 14 y del 27 fueron generaciones de contertulios.

Francisca Solana López Maíz, “Panchita”, recordó que Barrett estuvo en la mediterránea Costa Azul francesa. Comentó que era en: “Su pasado de juego en Montecarlo, de vida en lo que se ha dado en llamar el gran mundo”.(Vladimiro Muñoz Barrett p.21)

La creadora de esta entrada Laura Alonso les agradece que la hayan leido.